Design market

Mujer durmiendo

Suelen decirnos que necesitamos dormir entre 7 y 8 horas diarias para mantenernos sanos y descansar adecuadamente. Sin embargo hay personas que aseguran que con 5 o 6 horas ya tienen suficiente. Puede ser una cuestión de costumbre. Se han habituado a ello y sienten que no necesitan dormir más, aunque en el fondo están estresando a su cerebro cada vez que lo hacen. Por el contrario, hay personas que realmente no necesitan dormir más. Esto es algo que lleva mucho tiempo en investigación. Se han encontrado algunos genes que parecen estar involucrados en que algunas personas necesiten dormir menos. Los hay de todo tipo y, a ellos, se suma otro recién descubierto que puede contarnos muchas cosas sobre cómo funciona nuestro cerebro durante la noche.

Se trata del gen SIK3 y su descubrimiento acaba de describirse en un estudio realizado por la Academia China de Ciencias y publicado en PNAS. La mutación de dicho gen que se ha asociado con dormir menos la poseía una mujer sana de 70 años, que suele dormir una media de 6,3 horas. No lo hace porque no quiera dormir más o porque no tenga tiempo, sino porque siente que no lo necesita.

Esta es la parte humana del estudio, aunque también se ha probado a provocar la misma mutación en ratones. Todo indica que, efectivamente, esta disminuye el tiempo de descanso que requiere nuestro cerebro. ¿Pero cómo lo hace? Y más importante aún, ¿para qué sirve saberlo?

Normalmente, los ratones duermen una media de 12 horas al día. Sí, al menos en ese sentido, quién fuera ratón. Sin embargo, cuando se les mutó el gen SIK3 requirieron solo 11,5 horas de media. Es una disminución modesta, desde luego, pero al menos se demuestra que sí que duermen menos. Además, los escaneos de su actividad cerebral mostraron claros cambios durante el sueño. 

Esto se debe a que SIK3 es un gen que codifica la síntesis de una proteína quinasa. Las quinasas son un conjunto de proteínas cuya función es enviar señales a otras proteínas para regular su función. Participan en multitud de procesos biológicos y, por supuesto, también en el sueño. En este caso, parece que regulan las actividades que se llevan a cabo durante el sueño para que se realicen más deprisa.

Porque no, dormir no sirve solo para estar más espabilados al día siguiente. Durante el día se realizan las tareas de mantenimiento para que todo funcione bien en nuestro organismo. Se fortalece el sistema inmunitario, se clasifican los eventos del día, se consolida la memoria, se mejora la función del corazón…

Normalmente, al dormir menos no se llevan a cabo todas estas tareas. Sin embargo, en las personas con otras de las mutaciones de sueño corto que se conocen, todas esas tareas llegan a finalizarse, básicamente porque se llevan a cabo más deprisa.

Conocer estos genes es útil sobre todo por dos motivos. Por un lado, porque nos ayuda a entender qué ocurre en nuestro cerebro mientras dormimos y, sobre todo, cómo se regula. Pero, además, es útil porque, en un futuro, son conocimientos que podrían aplicarse al desarrollo de fármacos para tratar los trastornos del sueño. Se conocerían dianas mucho más precisas que las que se emplean hoy en día. Incluso puede que fuese posible desarrollar fármacos para que todos pudiésemos descansar igual durmiendo menos. Es algo que, de llegar a ocurrir, todavía se encuentra lejos en el tiempo, pero estos hallazgos hacen a los científicos avanzar un pasito más.