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Si quieres tener dos sistemas operativos en un mismo ordenador, te contamos cuál es la mejor opción y cómo configurarlo correctamente para disfrutar de una buena experiencia.

Montaje/Computer Hoy

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El arranque dual es una opción que muchos usuarios eligen cuando quieren utilizar dos sistemas operativos en un mismo equipo, normalmente para sacar partido tanto de las funciones y compatibilidad de Windows como de la flexibilidad y libertad que ofrece Linux. 

Esta configuración permite que, al iniciar tu ordenador, puedas seleccionar cuál de los dos sistemas deseas usar, lo que resulta especialmente útil si trabajas con software que solo está disponible en una de las plataformas o si deseas experimentar sin abandonar por completo el otro entorno.

El multiarranque, o dual boot, consiste en instalar dos sistemas operativos distintos en el mismo disco duro, aunque también es posible hacerlo en discos separados si los tienes. La idea es que, al encender tu PC, el gestor de arranque (como GRUB, en el caso de Linux) te permita elegir con cuál sistema iniciar: Windows o Linux. 

Esto se consigue dividiendo el almacenamiento del ordenador en particiones, asignando una a cada sistema. Para configurarlo, normalmente primero instalas Windows y luego Linux, ya que este último respeta la presencia de otros sistemas y suele instalar su propio gestor de arranque sin sobrescribir configuraciones previas. 

En cambio, si haces el proceso al revés, Windows podría eliminar el acceso a Linux al sobrescribir el cargador de arranque, generando complicaciones técnicas. El arranque dual es muy utilizado por desarrolladores, usuarios avanzados o quienes quieren tener acceso completo a ambos entornos de forma nativa, aprovechando todos los recursos del hardware sin limitaciones.

Aunque el arranque dual es una opción efectiva, no es la única que existe en estos momentos. Si quieres ejecutar Windows y Linux en un mismo ordenador, existe una alternativa igualmente válida: las máquinas virtuales.

Se trata de una aplicación que simula un ordenador dentro de tu sistema operativo principal. Puedes instalar un segundo sistema —como Linux en Windows, o al revés— sin necesidad de particiones, sin reinicios y sin tocar tu instalación original. Es un entorno completamente aislado que funciona como si fuera un equipo independiente.

Este tipo de tecnología es ampliamente utilizada en entornos profesionales y de desarrollo, ya que permite probar software, realizar configuraciones o ejecutar sistemas alternativos sin comprometer la estabilidad del PC. Algunas de las apps más conocidas para crear máquinas virtuales son VirtualBox, VMware y Parallels, entre otras.

Dentro de una máquina virtual, puedes ejecutar Linux mientras trabajas en Windows (o viceversa), alternar entre ambos sin apagar el equipo, y hacer pruebas sin miedo a romper nada: si algo sale mal, simplemente eliminas la VM y comienzas de nuevo. Además, puedes crear instantáneas para guardar un estado exacto de tu sistema virtual y recuperarlo más tarde si algo falla.

VirtualBox

La principal diferencia entre ambos métodos es cómo gestionan los recursos del sistema y la experiencia de uso que ofrecen, puesto que el arranque dual te permite usar cada sistema operativo con acceso completo al hardware. 

Es decir, si arrancas en Linux, todo tu procesador, memoria RAM y tarjeta gráfica estarán dedicados exclusivamente a ese sistema, lo que se traduce en mejor rendimiento, especialmente si necesitas tareas exigentes como edición de vídeo o juegos.

Por otro lado, las máquinas virtuales funcionan dentro del sistema operativo principal, por lo que los recursos se dividen. Esto puede limitar el rendimiento en tareas más pesadas, pero ganas en flexibilidad y comodidad: puedes cambiar de sistema sin reiniciar, copiar y pegar entre ambos entornos, y tener todo en marcha al mismo tiempo.

Además, la seguridad y portabilidad son mayores con una máquina virtual. Al estar aislada, una VM protege el sistema anfitrión frente a errores, configuraciones inseguras o incluso malware. Y si necesitas llevar tu sistema virtual a otro ordenador, puedes hacerlo simplemente copiando el archivo de la VM.

En cambio, el arranque dual implica una configuración más técnica, más tiempo de mantenimiento y una cierta rigidez, por lo que cambiar de sistema exige reiniciar, y cualquier fallo en el gestor de arranque puede impedir el acceso a uno o ambos entornos.

La elección entre arranque dual o máquina virtual depende de cómo uses tu PC y qué nivel de control necesitas. Si buscas el máximo rendimiento y acceso nativo a cada sistema, y estás dispuesto a gestionar una configuración más técnica, el arranque dual sigue siendo una solución sólida.

Pero si prefieres flexibilidad, seguridad, facilidad de uso y la posibilidad de ejecutar ambos sistemas a la vez, las máquinas virtuales te ofrecen una experiencia más moderna y práctica, especialmente si no necesitas exprimir al máximo el hardware.

Así que, si tu objetivo es tener Windows y Linux conviviendo en un mismo PC, y quieres evitar complicaciones, lo más recomendable hoy en día es apostar por una máquina virtual. Te permite experimentar, trabajar y probar sin poner en riesgo tu entorno principal.

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Etiquetas: Windows 11, Linux