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El fundador de Microsoft siempre ha sido un firme defensor de todo lo relacionado con la inteligencia artificial, pero incluso así tiene sus límites, parece. 

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Ni Bill Gates ni Sam Altman son precisamente sospechosos de no apoyar todo lo que tiene que ver con inteligencia artificial. De hecho, ambos han defendido en numerosas ocasiones que, gracias a ella, la gente trabajará menos y podrá dedicarse a tareas más creativas. Pero incluso los dos empresarios tienen sus propios límites cuando se trata de sustituir a personas por máquinas. 

El debate, desde luego, está encima de la mesa. ¿Hasta qué punto la inteligencia artificial podrá sustituir a todo tipo de profesionales, incluidos los programadores? Para algunos expertos la situación será dramática: la próxima década muchísimos trabajadores perderán sus empleos. Hasta cuando especialistas advierten que la IA no siempre funciona como se espera. 

Para muchos empresarios, la inteligencia artificial parece haber sido como un regalo surgido del cielo. Una tecnología capaz de trabajar sin requerir nada a cambio. ¿Qué más se puede pedir? Pero suele suceder que lo barato sale caro. Es algo en lo que incluso gurús tecnológicos como Bill Gates y Sam Altman se han mostrado recelosos. Y tienen argumentos para ello. 

Tanto el fundador de Microsoft como el CEO de OpenAI han dicho públicamente que no están de acuerdo con la idea de reemplazar codificadores con IA, tal y como recogen diversos portales en Internet. Aunque reconocen que la IA puede ayudar, creen que todavía hay muchas barreras técnicas, de fiabilidad y éticas como para confiar en máquinas para tareas sin supervisión humana.

De hecho, el propio Bill Gates dijo hace algún tiempo que, si bien algunas profesiones serían inevitablemente sustituidas por la IA, no sucedería así con los programadores. Algo que se está cumpliendo a medias. Él sostiene que la IA no razona ni tiene instinto; lo que hace es imitar patrones que ha visto en los datos. Eso funciona bien para tareas rutinarias, pero no para grandes proyectos. 

Pero además existe una cuestión práctica, que no se debe olvidar tampoco. Revisar y corregir código generado automáticamente puede llevas a veces mucho más tiempo que escribirlo directamente. Sobre todo cuando el código requiere mantenimiento a largo plazo o auditorías de seguridad. O dicho de otra forma: que al final todo lo barato sale caro, también en relación a la IA.

Más allá de lo que digan Bill Gates o Sam Altman acerca de los programadores y el uso de la IA, existen otras cuestiones cruciales relacionadas con esta tecnología. Para empezar, que la gente, los usuarios, no están muy entusiasmados con ellas. Internet se está llenando de contenidos de baja calidad creados con IA, no solo códigos, sino imágenes, vídeos y textos mediocres. 

Tanto es así, que ya existen incluso varios términos para referirse a este tipo de publicaciones, como slop (que vendría a significar algo así como bazofia) o promptspam. Este último, como su propio nombre indica, se refiere a la práctica de llenar la red con contenido masivo generado por prompts automáticos.

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Etiquetas: Inteligencia artificial