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Es sabido que la tecnología blockchain tiene el potencial de democratizar el acceso a la cultura y el conocimiento al eliminar intermediarios y barreras geográficas, permitiendo que recursos educativos, científicos y culturales sean accesibles de manera global y transparente. Al mismo tiempo, la nueva economía digital está redefiniendo el paradigma de protección, gestión y monetización de la propiedad intelectual, esencialmente en lo que respecta a derechos de autor y secretos empresariales. Y esta tecnología ofrece transparencia, seguridad y eficiencia a los creadores, permitiéndoles fortalecer su posición en el mercado.

Las posibilidades del blockchain son especialmente notables en industrias como la de la música, en la que históricamente han existido desafíos significativos relacionados con la distribución de ingresos, la identificación precisa de titulares de derechos y la falta de transparencia en las cadenas de valor. Gracias a la capacidad del blockchain de registrar de forma inmutable cada interacción o transacción, se facilita una gestión más equitativa y automatizada de sus derechos. Esta trazabilidad no solo permite acuerdos más claros, seguros y verificables entre partes gracias a sus garantías de seguridad en el entorno digital, sino que, además, fomenta un ecosistema creativo más sostenible al proteger la propiedad intelectual frente a infracciones y piratería.

De hecho, al analizar la aplicabilidad de esta tecnología a la propiedad intelectual se evidencian cómo ésta permite complementar y proteger de una manera integral dos activos estratégicos para los creadores de la industria musical como son los derechos de autor y los secretos empresariales.

En lo que respecta a los derechos de autor, el blockchain ofrece protección mediante un registro inmutable y descentralizado de derechos, asegurando que cada transacción relacionada con una obra musical quede registrada en la cadena de bloques. Este proceso de gestión permite rastrear copias no autorizadas y combatir la piratería con mayor eficacia. Además, facilita la monetización de las obras mediante contratos inteligentes que automatizan procesos como la distribución de regalías y licencias, eliminando intermediarios y reduciendo costes. También permite la creación de tokens no fungibles (NFTs) para representar copias únicas de canciones o ediciones limitadas.

En cuanto a los secretos empresariales, el blockchain utiliza técnicas avanzadas como la encriptación y la generación de hashes unidireccionales para proteger información confidencial, como secretos comerciales. Estos registros son seguros y accesibles sólo para los titulares autorizados. La gestión del contenido se caracteriza por la generación de certificados digitales que acreditan la propiedad de información sensible sin revelar su contenido. De este modo, los secretos empresariales permanecen en la esfera de la privacidad, al mismo tiempo que se garantiza su autenticidad frente a posibles disputas legales, minimizando el riesgo de pérdida o manipulación de información crítica. Por otro lado, y al igual que sucede con los derechos de autor, los secretos empresariales se pueden monetizar fácilmente a través de esta tecnología, creando activos digitales que representan la propiedad o el acceso a información confidencial. Estos tokens pueden ser vendidos o licenciados a terceros, proporcionando así una nueva fuente de ingresos para las empresas.

En el mercado existen varias plataformas que usan esta cadena de bloques y que están revolucionando la industria musical, como Audius, conocida como el «Spotify de blockchain»; Sound; OneOf o Royal.

Está claro que el blockchain ofrece enormes ventajas a los titulares de derechos de propiedad intelectual, y que se está convirtiendo en uno de sus más fieras guadianas. No obstante, no podemos pasar por alto los desafíos éticos que presenta al mismo tiempo. Estos retos giran, sobre todo, en torno al equilibrio entre transparencia y privacidad, la equidad de acceso, la responsabilidad en una red descentralizada, la adaptación legal y la gestión de errores o vulnerabilidades. Porque precisamente, la descentralización de esta tecnología implica que no hay una entidad central responsable.

Al mismo tiempo, al democratizar el acceso y al descentralizar la distribución de música su uso permite que artistas de todo el mundo tengan acceso igualitario a plataformas de distribución y monetización, lo que promueve un ecosistema musical más diverso e inclusivo, donde voces de diferentes culturas y contextos pueden ser escuchadas y valoradas.

El camino se ha iniciado, y probablemente no hay vuelta atrás, pero tendrá curvas y recovecos. Hoy nos encontramos en la fase de implantación y asentamiento. Como cualquier nueva tecnología, la adopción generalizada del blockchain requiere que los artistas, productores y otros actores de la industria comprendan y confíen en la tecnología, lo que implica una curva de aprendizaje y la necesidad de educación continua. Sin duda, en el futuro veremos nuevos usos de esta tecnología que, más pronto que tarde, se convertirá en un estándar en muchas áreas, como ya ha sucedido en el mundo de la propiedad intelectual.

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