En Ash, la nueva película de Prime Video, el terror se encuentra en el espacio profundo. Mucho más, en los peligros que alberga, la falta de respuestas y las amenazas terroríficas que se encuentran en los lugares más inesperados. Si te parece una premisa conocida — inevitable pensar en la saga Alien — es porque lo es. De hecho, mucho en la cinta del director Flying Lotus, toma referencias a gran parte de la ciencia ficción y el género del horror reciente. Pero lo hace con tanto tino e inteligencia, que convierte a la película en una travesía tenebrosa y atmosférica por el miedo a lo desconocido.
Lo anterior, contado a través de dos personajes que intentan sobrevivir tanto a lo que los amenaza que les acecha, como a sí mismos. Todo desde una premisa brutal: en medio de una misión de rutina en la estación espacial del desolado planeta Ash, ocurre una tragedia inexplicable. La tripulación fue asesinada de manera salvaje, a excepción de la oficial Riya (Eiza González). La situación se vuelve un poco peor, cuando la oficial descubre que no puede recordar nada de lo ocurrido entre la última vez que vio al resto de sus compañeros con vida y el momento en que despertó.
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Por lo que no encuentra una sola forma de descubrir lo que ha sucedido o si todavía se encuentra en peligro. Eso, mientras se encuentra por completo aislada y sin posibilidades de ser rescatada, en un planeta que todavía resulta un enigma. De modo que la astronauta comienza un largo proceso de reconstruir paso a paso lo poco que logra rememorar.
Eso, con la esperanza de comprender y en especial, ponerse a salvo. El guion de Jonni Remmler logra que la escalofriante reconstrucción de los sucesos, llegue rápidamente a una conclusión: el atacante todavía está en la estación espacial. Por lo que Riya tendrá que prepararse para enfrentarse a lo que sea aceche entre las sombras. Eso, todavía confusa y sin recordar lo ocurrido a su alrededor.
Por lo que cuando aparezca Brion (Aaron Paul), otro sobreviviente, se enfrentará a una espeluznante disyuntiva. Por un lado, aceptar la ayuda del hombre y entre ambos, tratar de salvar la vida de una aparente situación cada vez más peligrosa. Pero por el otro, Riya tendrá que admitir que no solo no logra recordar a Brion de ninguna parte, sino que todo en su comportamiento es sospechoso. En especial, cuando la oficial comience a recordar fragmentos de lo ocurrido y no tenga otro remedio que llegar a la evidente conclusión. Brion no es del todo inofensivo.
Pero a pesar de eso, tendrá que trabajar junto al hombre para mantenerse con vid. La trama logra construir la sensación de desastre inminente con una atmósfera claustrofóbica. De modo que es sencillo comprender las motivaciones de Riya para continuar junto a Brion, a pesar de todas sus dudas y sospechas. Paso a paso, la película logra establecer un clima de terror que no se limita a la posibilidad de un asesinato. El oxígeno de la estación espacial comienza a agotarse, por lo que sobrevivir implica una colaboración forzosa.
Aunque al principio la película tiene un ritmo lento — eso, en un intento de plantear los diferentes escenarios que Riya debe considerar — para su segundo tramo, el argumento se vuelve frenético. Mucho más, porque la urgencia de evitar morir asfixiados, hace que los protagonistas deban enfrentar la violencia latente entre ambos. La oficial sabe que, antes o después, tendrá que matar o morir. Mientras que Brion, que necesita de Riya si quiere abandonar la estación. Una situación cada vez más peligrosa que finalmente llevará a ambos a un inevitable enfrentamiento.
Uno de los puntos a favor de Ash, es usar la ciencia ficción como escenario para explorar en sus personajes a fondo. De modo que, más allá del peligro tecnológico latente, la verdadera amenaza se encuentra en lo que los personajes pueden hacerse unos a otros. Un enfoque que le emparenta directamente con Alien — El octavo pasajero, al momento de enfrentar un peligro desconocido con el comportamiento de sus protagonistas.
También, hay referencias más que evidentes a La cosa (El enigma de otro mundo) de John Carpenter. En especial, al establecer la paranoia mutua entre Riya y Brion. También, en la capacidad del argumento para volverse cada vez más tramposo, osado e incómodo. A pesar de que la verdad latente es evidente desde los primeros quince minutos de la película, lo cierto es que Ash consigue sostener la intriga por caminos poco usuales. Eso al plantear la forma en que los personajes escogen atravesar un peligro evidente, para tratar de conservar la vida.
De hecho, el director consigue transformar a la estación espacial, en una trampa a gran escala que se vuelve cada vez más retorcida y violenta. Por momentos, los largos pasillos ultratecnológicos tienen mucho de casa embrujada o, incluso, lugares surreales e inexplicables. De ese modo, Ash combina la tensión de lo que viven sus personajes, con la sensación constante de que lo que pasa, les excede en muchas formas. Peor aún, se hace más retorcido y violento cuando más inexplicable parece.
Para su final, la película revela sus misterios y muestra, quizás, el punto más débil de su historia. Con todo, el argumento de Ash tiene la habilidad de resultar interesante incluso cuando sus secretos quedan a la vista. Lo mejor que puede decirse de una película que intenta innovar — y casi siempre lo logra — en los giros y tropos a los que rinde homenaje.