La primera temporada de El cuento de la criada se estrenó cinco meses después de que Donald Trump asumiera la presidencia por primera vez. La última, tres meses de su segundo y controvertido período. En ambas ocasiones, la serie basada en el libro homónimo de Margaret Atwood, parece resumir no solo las preocupaciones colectivas. También, un punto de vista sobre el abuso de poder que hace de la producción más pertinente que nunca.
Eso, a pesar de que la historia encabezada por Elisabeth Moss, perdió un poco de su impacto a medida que exploró en los límites de su premisa distópica. El relato de cómo Norteamérica terminó convertida en una teocracia puritana que hace de las mujeres esclavas sexuales de facto, perturbó y preocupó a su estreno. Pero mucho más, en sus implicaciones como reflexión sobre un mundo cada vez más misógino y reaccionario. La novela de Margaret Atwood, llegó a la televisión con su carga de predicción pesimista intacta. Pero, sobre todo, un aviso pertinente sobre los peligros del extremismo y la barbarie ideológica.
La sexta temporada tiene el considerable reto de cerrar cabos sueltos y concluir el arco de personajes que se han vuelto simbólicos en la cultura pop. Sobre todo el de June Osborn (Moss), que de víctima de un sádico estado totalitario, se convirtió en símbolo de insurgencia y después, de venganza.
La protagonista alcanza la última entrega, golpeada por su incansable batalla contra Gilead, intentando equilibrar su rol de madre y a la vez, sobrevivir a la culpa. Eso, mientras todos los caminos parecen conducirla de nuevo a enfrentar a la camarilla de Comandantes y a la isla de Nueva Belén, la versión más actualizada de la teocracia.
Por lo que los nuevos capítulos se dividen en dos extremos muy claros. Los primeros dedican tiempo a recordar qué ha ocurrido en las anteriores temporadas. Como ya es costumbre, la entrega comienza exactamente en el punto en que concluyó la anterior, sin elipsis o meses transcurridos. De modo que volvemos al viaje en tren que comparten, a desgana y entre evidente desconfianza, June y Serena (Yvonne Strahovski), con su hijo Noah en brazos.
Juntas, deben negociar su mutuo rencor para lograr una colaboración a regañadientes pero necesaria. De hecho, buena parte de la sexta temporada podría resumirse en esa cooperación sin posibilidades de éxito, pero necesaria, entre ambas mujeres. Solo que para su entrega final, El cuento de la criada brinda un lugar esencial, al punto de vista de Serena. Uno de los personajes más complejos de la serie, es ahora la narradora de la implosión de Gilead puertas adentro. También, de la lucha moral que atraviesa a los que sostienen el sistema a pesar de sus fallas.
Algo que conduce al otro gran tema de temporada. Como se recordará, en la temporada cinco el Comandante Lawrence (Bradley Whitford), fundó Nueva Belén. La isla es una versión de Gilead menos represiva y sin los castigos draconianos de la teocracia. No obstante, a pesar de las — aparentes — buenas intenciones de Lawrence, para June algo está claro. No se negocia con un régimen perverso que escoge qué libertades brindar y cuándo.
De modo que para su cierre, El cuento de la criada regresa a sus principales preocupaciones. June decidirá volver al país luego de su accidentado asilo en Canadá, para enfrentar al poder desde su propio centro. También, para demostrar que la lucha por la vida de las mujeres bajo el yugo teocrático, rebasa cualquier negociación. Paso a paso y después de dejar atrás la vida que había logrado levantar en el exilio, el personaje se convierte en un elemento subversivo a toda regla. Un giro de los acontecimientos que conduce a la serie a su escenario final y más importante.
Para la segunda mitad de su última temporada, El cuento de la criada avanza entonces hacia la posibilidad de que la caída de Gilead sea total. Mucho más, que esa implosión desde la base, deba incluir, de una manera u otra, a las mujeres secuestradas detrás de sus fronteras. En una decisión brillante, el argumento entonces repasa lo que está ocurriendo cuando la presión del control, comienza a acercarse a un estallido social.
Un personaje que cobra una mayor importancia en ese escenario, es Tía Lydia (Ann Dowd), cabeza de la represión en la Casa Roja. Para la última temporada, la trama explora en las fisuras de la fe de la funcionaria hacia Gilead. Una evolución natural, a las dudas y temores que mostró en la temporada cinco, cuando Esther (Mckenna Grace), fue violada por el Comandante Putnam (Stephen Kunken).
Pero, para los nuevos capítulos, Lydia tendrá que lidiar no solo con su desencanto y horror ante la corrupción de los supuestos métodos sagrados de Gilead. También con el hecho, que su ayuda activa, provocó que un régimen de facto arrasara con las libertades de las mujeres a un nivel desgarrador. Más consciente que nunca de la culpa y del peso que conlleva su deuda moral, tomará una decisión total y radical que cambiará el rumbo del personaje.
Pero a pesar de retomar su tono políticamente complejo de sus anteriores temporadas, El cuento de la criada sigue fallando en lo mismo. La forma de construir el mundo que imagina, es lamentablemente limitada y en muchas ocasiones, atenta contra la solidez de su premisa. Para sus últimos capítulos, Gilead sigue siendo solo un monstruo abstracto, del que no se conoce descripción política o mucho más que puñados de información.
Por supuesto, que el libro original no brinda verdaderos datos sobre Gilead, en especial porque la narración se atiene a los límites de su anónima protagonista. Pero la serie tiene más amplitud y se echa de menos no explorar en otros lugares de la teocracia, o al menos, que explicara a detalle cómo funciona el aparato represor del país. Algo que habría supuesto entender un poco mejor las decisiones de Serena, Lawrence, June y Lydia en el momento más crítico del relato.
Con todo, la temporada se sostiene gracias al esfuerzo del guion por describir a detalle la caída de un sistema todopoderoso y con el monopolio de las armas. En especial, cómo el derrumbe del estado, es también una parte de un plan mayor por devolver a las mujeres de Gilead y a sus hijas, el control sobre sus vidas. Un mensaje más sensible de lo que podría esperarse de una serie que se hizo famosa por su crueldad y violencia gráfica.
Así que El cuento de la criada llega a su final, dejando además la puerta abierta para Los Testamentos, la continuación escrita por Atwood en 2019 y cuya producción ya empezó. Por lo que sus últimos capítulos, más que concluir, dejan claro que el final total, está en las manos de las hijas de Gilead. Lo mismo que el futuro del mundo que les tocó heredar.