Productos que odio a primera vista me acaban gustando tanto que presumo de ellos, y no soy el único. ¿Pasa con la tecnología como con los grupos musicales?
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Quizá te suene un poco loco lo que te voy a contar en este artículo a priori, pero creo que el diseño de los dispositivos tecnológicos y la música tienen cosas en común, y te voy a explicar por qué.
Como reviewer de Computer Hoy, pasan por mis manos varias docenas de productos al año de todo tipo. Smartphones, ordenadores, auriculares, relojes inteligentes, tabletas, productos para el hogar, cámaras réflex, smart TVs… y la lista sigue en constante evolución.
Esta experiencia me ha demostrado que la primera vez que tienes un producto entre manos, la tecnología pasa a un segundo plano y el diseño se vuelve tan protagonista que los gustos personales de cada uno entran en juego.
Pero esto no está grabado en piedra y puede cambiar si le das una oportunidad.
De la misma forma que cuando escuchas una canción nueva, la primera vez que tocas un dispositivo puede cautivarte, puede desagradarte o te puede dejar indiferente.
Pero no es solo esto. ¿No te ha pasado que un artista o canción que no te convencía nada cuando los descubriste te han terminado gustando con el tiempo?
Esta sensación la describe muy bien el grupo Ginebras en su tema La típica canción, cuyo pegadizo estribillo dice así:
Está sonando la típica canción que ayer | No te gustaba y ahora presumes, puede ser | Que hayas cambiado | Es lícito sentir placer | Por cosas que odias | Y reconoces que están bien
Pues con los productos de tecnología pasa lo mismo.
Dispositivos recientes que he llegado a odiar a primera vista me han acabado gustando tanto a medida que los usaba que no solo los he aceptado como son, sino que en muchos casos han terminado por gustarme.
Aquí va una lista de productos con los que he experimentado esta sensación tan particular.
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Los primeros auriculares de diadema de Nothing son uno de los dispositivos en los que más claramente he acabado enamorándome de un producto que al principio no me gustaba nada.
Al sacar de la caja los Headphone (1), sus cascos transparentes inspirados en cintas de casete y los grandes rectángulos de metal que acompañan a cada uno de ellos hicieron que no me gustasen nada en un primer momento e incluso en los primeros días.
Pero con el tiempo este diseño tan diferente me acabó gustando cada vez más. Me di cuenta de que las grandes piezas de metal permitían un diseño más fino que sobresale menos de la cabeza, por lo que me resultaron extremadamente cómodos a llevarlos puestos durante mucho tiempo. Y los botones físicos me demostraron ser más precisos que los controles táctiles.
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Hasta hace un par de años, siempre había asumido que solo debía usar relojes inteligentes de hombre, de mayor tamaño de esfera –entre 45 y 46 milímetros– que los de mujer, de 40-42 mm. Salvo las pulseras, los smartwatch con pantalla pequeña me desagradaban bastante.
Pero esto cambió cuando probé el Pixel Watch 2 de Google de hace un par de generaciones, el primer smartwatch de 41 milímetros que pasó por mi muñeca, que vi rarísima con un reloj redondo de estas dimensiones y además una forma bastante compacta gracias a su cristal curvo.
No solo sus funciones avanzadas me hicieron convencerme más que nunca de que llevar un reloj me podía hacer usar menos el móvil, sino que que su tamaño más pequeño fue un gran aliado para poder hacer deportes de todo tiempo sin que llegase a molestarme o incluso poder no quitármelo al dormir, como sí me pasó con modelos mayores.
El posterior Pixel Watch 3 del año pasado me demostró de nuevo que, pese a todo, los relojes pequeños sí que pueden ser para todo el mundo, sea cual sea su grosor de muñeca, así que no dejes de tener en cuenta opciones como los OnePlus Watch 3 43mm o el Huawei Watch GT 6.
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Debo admitir que cuando probé el primer móvil ultraligero del mercado, el Samsung Galaxy S25 Edge, ya llegó con ciertas reservas ante su formato. Con tan pocos milímetros y gramos, no veía muy claro la diferencia entre algo supuestamente visionario y el marketing.
El móvil de Samsung, de 5,8 mm, me demostró tras días de uso que la diferencia en mano respecto a los smartphones tradicionales tipo barra es mucho más grande de lo que parece a simple vista o en fotos, así como que la experiencia es tan buena como la de cualquier otro móvil, con la excepción de una batería que sí es más limitada.
Y la llegada del segundo modelo, el iPhone Air, ha terminado por convencerme. De primeras lamentaba que este modelo hubiera sido el responsable de la desaparición de los iPhone Plus, de los que el iPhone 16 Plus ha sido el último, pero tras pocas horas mi opinión había cambiado.
Además, el iPhone Air fue el primer ultraligero con el que perdí el miedo continuo a que se me resbalase de las manos, gracias a su diseño fino, de 5,6 mm, pero con una ligera curva que hacía que se agarrase con mucha más estabilidad que su gran rival.
Aunque no es tan importante para ti como consumidor como lo resulta para mí, debes saber que hay cosas que puedes hacer para no caer en el mismo error que cometí varias veces.
La primera es darle una oportunidad a todo tipo de productos, por mucho que desconfíes de ellos de primeras. Puedes pensar que cierta marca de dispositivos o incluso una categoría en general no van a encajar contigo, pero si no los pruebas, nunca lo sabrás con seguridad.
Con ello conseguirás no limitarte tan solo a los productos que te encajan a priori y abrirte a más posibilidades de las que contemplabas inicialmente cuando te limitabas solo a tu zona de confort.
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Etiquetas: Dispositivo Inteligente, Auriculares