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Durante los últimos meses, el papel de Gemini AI en los móviles Android ha acaparado titulares y ha puesto sobre la mesa la cuestión de los acuerdos estratégicos que Google ha sellado con grandes fabricantes como Samsung. A raíz de nuevos datos desvelados en litigios recientes y testimonios de altos ejecutivos, se ha destapado cómo Google ha estado realizando importantes pagos para asegurar la preinstalación de su inteligencia artificial, buscando así fortalecer su posición en un entorno cada vez más competitivo donde la IA marca la diferencia.

La adopción de Gemini como asistente predefinido en móviles de primeras marcas no solo responde a la evolución tecnológica, sino que viene motivada por intensas negociaciones y compensaciones económicas que pueden repercutir en la forma en que interactuamos con los dispositivos Android y en el acceso igualitario a herramientas de inteligencia artificial. En este contexto, la polémica por acuerdos de exclusividad y las preocupaciones por monopolio cobran protagonismo mientras el sector se pregunta hacia dónde se dirige el ecosistema Android.

La presión de Google por colocar a Gemini muy por delante de cualquier otra inteligencia artificial en dispositivos Android se ha traducido en inversiones financieras de enorme calibre. Tal y como han revelado diversas fuentes judiciales y medios internacionales, la compañía ha llegado a desembolsar sumas mensuales fijas a gigantes como Samsung desde enero de este año. No hay cifras concretas, pero todo apunta a que el montante es lo suficientemente elevado como para que el Departamento de Justicia de Estados Unidos lo califique de «enorme».

Los acuerdos establecidos no se limitan a la mera preinstalación de la app de Gemini. Incluyen también un porcentaje sobre los ingresos obtenidos a través de la publicidad generada en la propia aplicación. De hecho, el contrato con Samsung se extiende al menos por dos años, garantizando así la presencia prioritaria de la inteligencia artificial de Google en la gama Galaxy S25 y otros modelos.

Este tipo de pactos, aunque no son algo nuevo en el sector tecnológico, adquieren una dimensión clave con la irrupción de la inteligencia artificial. Incluso se ha sabido que otras compañías como Microsoft, Meta e incluso startups como Perplexity han intentado negociar acuerdos similares con los grandes fabricantes, compitiendo directamente con Google para hacerse con el control de la experiencia de usuario en los smartphones Android.

La relación entre Google y Samsung, por ejemplo, va mucho más allá: ambas compañías han trabajado conjuntamente en funciones exclusivas y en impulsar el acceso a nuevas tecnologías. Sin embargo, cabe señalar que los convenios alcanzados también han dado pie a que los dispositivos incluyan la opción de instalar asistentes alternativos, aunque Gemini sigue siendo la opción protagonista gracias al impulso económico y técnico que recibe.

La implantación prioritaria de Gemini AI ha despertado recelo entre legisladores y organismos reguladores estadounidenses, que consideran que este tipo de prácticas pueden restringir la competencia y reforzar el dominio de Google no solo en las búsquedas, sino en el emergente ámbito de la inteligencia artificial. El Departamento de Justicia, junto con varias fiscalías estatales, han presentado recursos con el objetivo de frenar acuerdos que obliguen a fabricantes a preinstalar Gemini junto a otras aplicaciones de Google, como el buscador y el navegador Chrome.

El trasfondo de estos litigios está marcado por la preocupación de que el acceso preferente de Google a los datos de millones de usuarios y a la integración nativa de sus servicios podría derivar en una posición de privilegio complicada de replicar por otros actores del sector. Se teme que el papel preeminente otorgado a Gemini suponga una barrera de entrada para asistentes rivales y dificulte la innovación en un espacio donde la diversidad de herramientas debería ser la norma.

Durante los procedimientos judiciales, ejecutivos de Google han defendido que sus contratos no impiden la instalación de productos alternativos de inteligencia artificial y que la competencia sigue siendo viable. Sin embargo, el Departamento de Justicia busca medidas mucho más estrictas, llegando a proponer que la empresa se vea obligada, si fuese necesario, a vender Chrome o a abandonar los pagos a los fabricantes para garantizar la equidad en el acceso a las tecnologías de IA.

No menos importante, algunas de las propuestas regulatorias en discusión incluyen la exigencia de que Google licencie datos de búsqueda a sus competidores y que deje de condicionar la elección de apps predeterminadas en los dispositivos, especialmente en lo relativo a Gemini.

La inclusión de Gemini como asistente principal en modelos como el Galaxy S25 desplaza a alternativas como Bixby y otorga a los usuarios funciones avanzadas de IA sin necesidad de instalación manual. Esto puede percibirse como una ventaja, ya que garantiza más funcionalidades y acceso a asistentes de última generación. Sin embargo, plantea dudas sobre la libertad del consumidor para elegir qué inteligencia artificial desea usar en su móvil.

Para Google, la integración prioritaria de Gemini representa un campo de pruebas para optimizar sus algoritmos de IA en escenarios reales, multiplicando los datos disponibles y permitiendo mejoras continuas del servicio. En paralelo, Samsung obtiene beneficios económicos importantes y refuerza su oferta frente a otras marcas, en una estrategia que algunos analistas consideran que favorece a todos los involucrados, salvo a los competidores excluidos de estos acuerdos preferentes.

El contexto competitivo ha llevado a que otros actores como Perplexity, Microsoft u OpenAI traten de negociar condiciones similares o busquen posicionarse como alternativas en terminales Android. La presencia dominante de Gemini, sin embargo, presenta un reto para quienes quieran romper con el dominio Google-fabricantes, especialmente si estos pactos continúan o se complican más.

La presión de las autoridades reguladoras podría derivar en cambios significativos: desde limitar las preinstalaciones obligatorias hasta facilitar la libre elección de IA durante la configuración del dispositivo. La industria tecnológica está atenta a estos procesos, pues su resolución marcará límites y oportunidades en la distribución e integración del software de inteligencia artificial en los móviles.

Los contratos entre Google y los fabricantes reconfiguran los equilibrios del mercado móvil y afectan directamente a la diversidad de opciones disponibles para los usuarios. Controlar los principales canales de distribución, es decir, los teléfonos más vendidos del mundo, puede determinar si una IA se establece como referencia o queda en segundo plano.

La tendencia de negociar exclusividades o preinstalaciones previas no es exclusiva de Google, pero la implementación sistemática ha levantado voces críticas, especialmente cuando las propias marcas reconocen los montos desembolsados y el impacto global. Un ejemplo reciente es el contrato donde se asegura la preinstalación de Gemini en los dispositivos Galaxy, relegando a Bixby y consolidando la posición de la IA de Google.

Los analistas indican que el poder de negociación reside en quienes controlan el hardware, obligando a los desarrolladores de IA a destinar cuantiosas inversiones para evitar quedar excluidos del mercado móvil. Esto puede limitar la diversidad del sector y ralentizar la adopción de soluciones innovadoras que no cuenten con respaldo económico suficiente.

Pese a ello, algunos fabricantes han optado por contratos no exclusivos o se han asegurado de ofrecer alternativas de IA a sus usuarios. La flexibilidad en estos acuerdos es una estrategia que Google defiende en tribunales, aunque los reguladores consideran que la situación actual favorece claramente a la compañía de Mountain View en detrimento del pluralismo.

El sector de la telefonía móvil reconoce que la inteligencia artificial se ha convertido en un factor clave de diferenciación. Gemini, por su integración profunda y promoción activa, ocupa una posición líder, mientras tribunales y entidades regulatorias vigilan que los acuerdos no limiten la competencia y el acceso a otros servicios.

Las decisiones judiciales y regulatorias serán decisivas para el futuro de la IA en Android. Si se imponen restricciones, los usuarios podrían tener la posibilidad de elegir entre distintas IA, o bien que la preinstalación deje de depender de pagos y pase a basarse en el mérito tecnológico.

Google sostiene que sus pactos no impiden la competencia y que abandonar estos acuerdos encarecería los dispositivos. Por su parte, el Departamento de Justicia apunta que solo mediante regulación efectiva se podrá mantener un mercado abierto y justo, fomentando la innovación y la diversidad de soluciones.

Aún hay aspectos por definir, pero la balanza entre innovación, acceso equitativo y competencia será central en la evolución de la inteligencia artificial en los smartphones durante los próximos años. Los acuerdos de Google con los fabricantes para preinstalar Gemini muestran cuánto están dispuestas las grandes tecnológicas a invertir para dominar esta revolución digital, afectando no solo a Samsung y Google, sino a toda la industria y a los millones de usuarios que decidirán qué herramientas usan en su día a día.