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Si usas Android y dudas entre Google Translate y Microsoft Translator, y buscas traductores de voz instantáneos, aquí tienes una guía pensada para resolver justo lo que más preocupa a la gente: detección de voz en tiempo real, traducción automática y un modo conversación fluido para dos personas sin ir tocando el botón todo el rato, por ejemplo entre chino e inglés. Vamos a bajar esto a tierra con la experiencia en Android, pero sin dejar de comparar lo que hay detrás: idiomas, calidad, integración, cámara, documentos, APIs y precios.
En foros y comunidades, la petición es clara: ¿cuál se acerca más a una interpretación “manos libres” entre dos personas, con buena detección de voz y sin fricciones? Veremos que Google brilla en la detección automática del idioma por voz y en la simplicidad del modo conversación, mientras que Microsoft destaca por su conversación multiusuario (hasta 100 personas) y una integración potente con el ecosistema Office/Teams. Ojo: ambos funcionan bien en Android y ambos tienen límites, pero sus enfoques son distintos.
Google Translate es el traductor “de batalla” más popular para uso personal: texto, voz, cámara y sitios web; su app para Android es rápida, minimalista y con modo sin conexión. A nivel técnico usa traducción automática neuronal y, si lo necesitas a escala, tiene su versión empresarial en Google Cloud Translation (con planes Basic y Advanced, AutoML para modelos personalizados y un API de Media Translation orientado a audio en beta).
En el otro lado, Microsoft Translator pertenece a Azure Cognitive Services: además de la app gratuita en Android (y iOS), ofrece APIs y SDK para integrar traducción en apps, webs y procesos internos. Triunfa en entornos profesionales por su encaje con Office, Outlook, Teams y el resto de Azure, y añade extras muy útiles para clase y empresas como su modo de conversaciones por código, ideal en reuniones y formación. Si necesitas, puedes configurar el traductor de Microsoft para Android y usarlo sin conexión.
Las cifras varían según la fecha y lo que cada servicio cuenta como idioma o variante. Google superó hace tiempo los 100 idiomas y en 2024 anunció una expansión masiva que eleva la lista a alrededor de 249, incluyendo dialectos y variantes (por ejemplo, distintas formas de chino y versiones regionales de inglés o español). La app de Android soporta un subconjunto para voz, cámara u offline, pero el abanico es amplísimo.
Microsoft Translator ha ido creciendo con fuerza: de listados más antiguos (en torno a 62) pasó a superar el centenar y, en recuentos recientes, verás referencias cercanas a 179 si incluyen variantes. Incluso se permite rarezas simpáticas como el Klingon. Aun así, la conclusión habitual es que Google cubre más idiomas “únicos”, mientras que Microsoft incluye algunos que Google no tiene y cuida bien la compatibilidad en su ecosistema.
Importante: no todas las funciones están disponibles para todos los idiomas. Lo habitual es que texto esté en casi todos, pero voz, cámara, conversación y sin conexión se limiten a un subconjunto. Para pares comunes (inglés, español, francés, alemán, chino, japonés…), ambos van bien; cuando te mueves a idiomas menos populares, la cosa se complica y conviene probar.
Los dos utilizan traducción automática neuronal y mejoran gracias a ingentes cantidades de datos. En la práctica, Google suele sonar menos robótico y manejar mejor el contexto en muchos pares, mientras que Microsoft a veces es más literal. Con párrafos muy largos o frases enrevesadas, cualquiera de los dos puede patinar y generar algún sinsentido, especialmente si hay coloquialismos o referencias culturales.
Hay estudios que ayudan a poner números, aunque la precisión varía mucho por idioma. Investigaciones sobre instrucciones clínicas y pruebas multilingües han arrojado resultados altos en idiomas como español y más modestos en otros con menos datos o con gran distancia estructural respecto al inglés (se han reportado rangos desde entorno al 94% en los mejores casos hasta cifras cercanas al 55% en los peores). Otro análisis general encontró una retención de significado en torno al 82,5%, con picos altos para idiomas extendidos y caídas en lenguas de menor presencia digital.
Si nos ceñimos a Android y a pares muy usados, para chino⇄inglés Google suele ofrecer resultados algo más naturales y estables en conversación, sin que Microsoft quede lejos. En entornos formales y empresariales, Microsoft puede sonar más uniforme, pero si tienes textos literarios o muy idiomáticos, ninguno reemplaza al traductor humano.
La gran pregunta: ¿charla entre dos personas, chino⇄inglés, sin tocar un botón? En Android, el modo conversación de Google permite elegir “Detección automática” para ambos interlocutores y alternar manos libres, de modo que cada turno se capta y se traduce con mínima intervención. En el día a día, esta experiencia es de lo más fluido que tienes en móvil, especialmente porque Google detecta muy bien el idioma de entrada por voz.
Microsoft apuesta por un enfoque complementario: modo conversación multiusuario. Una persona crea la sesión, comparte un código y se pueden unir hasta 100 participantes, cada uno con su móvil, viendo las intervenciones traducidas en pantalla como si fuese un chat. Para dos personas, funciona bien y el flujo es claro; para grupos y aulas, es una maravilla. La detección de idioma y la transcripción son sólidas, y en reuniones largas se nota su fiabilidad. Si te importa el manos libres de dos vías con el menor toque posible, Google tiene ventaja; si quieres multi-dispositivo y escalabilidad, Microsoft gana por goleada.
En pruebas comparativas de velocidad, se ha observado que Microsoft puede ir algo más rápido con bloques largos y conversaciones de voz, pero en el uso cotidiano de Android la diferencia rara vez es determinante. El factor clave, al final, es la auto-detección del idioma en vivo, y ahí Google está especialmente fino.
En Android, la traducción con cámara es una función muy usada de viaje. Google sobresale por su modo “mágico”: detecta el texto, lo reemplaza en la propia imagen y lo muestra superpuesto en tiempo real con bastante naturalidad. Para carteles y menús, va como un tiro; en textos densos o tipografías raras, conviene estabilizar y enfocar bien. Además, Google ha impulsado funciones como tocar para traducir que complementan la experiencia.
Microsoft también traduce desde la cámara o desde fotos del carrete, pero la presentación es más sobria: texto traducido superpuesto sin tanto “truco visual”. Cumple de sobra para textos cortos y claros, y es útil en movilidad. En escritorio, Google permite cargar imágenes para OCR directamente, mientras que en el traductor web de Microsoft algunas funciones de imagen pueden requerir usar la app móvil o pasar por integraciones específicas.
Ambos traducen documentos, pero Google suele conservar mejor el formato en ficheros complejos y es cómodo al operar desde Drive/Docs o desde su web. Para sitios web, tienes la integración nativa en Chrome y la extensión de Google Translate; basta un clic para navegar en tu idioma. Es una opción comodísima para usuarios cotidianos.
Microsoft ofrece traducción de documentos vía integraciones con Office (Word, PowerPoint) y APIs de Azure, lo que en empresas encaja fenomenal en flujos ya establecidos. Para web, Microsoft Edge también puede traducir páginas al vuelo y, a nivel API, hay opciones potentes para incorporar traducción a tu propia app o CMS.
Si ya vives en el mundo Google, Translate se te integra solo con Gmail, Chrome, Docs y Android. Además, en el ámbito web, el widget de Google Translate es ultra popular: se estima que casi 350.000 sitios lo ofrecen y alrededor del 5% del top 1M usa su tecnología, frente a un porcentaje muy menor con Microsoft (en torno al 0,02%). Esto se nota en la cantidad de plugins y conectores disponibles, por ejemplo en WordPress.
Si tu empresa gira en torno a Microsoft, Translator encaja con Office, Outlook, Teams y Azure. Su API es estable, con Custom Translator para adaptar tono y terminología, y con documentación clara para desarrolladores. En nichos educativos, además, Microsoft ha impulsado herramientas específicas de aula para facilitar entornos multilingües.
Para quien desarrolla, Google Cloud Translation ofrece planes Basic/Advanced, traducción de HTML y documentos, glosarios, batch, AutoML y un API de Media Translation (audio) que sigue evolucionando. Microsoft Azure Translator cubre texto, detección, transliteración, diccionario bilingüe, documentos e incluso personalización de modelos, con un posicionamiento de precio muy competitivo.
La app de Google en Android es minimalista y muy directa: pegas texto, hablas o apuntas con la cámara. Detecta idioma de entrada con mucha solvencia, el modo conversación es intuitivo y cambiar entre texto/voz/cámara es cuestión de un toque. Para viajar, sus paquetes offline son amplios y fiables una vez descargados.
Microsoft apuesta por una interfaz clara con cuatro modos bien separados (texto, voz, cámara, conversaciones), historial y una Guía de conversación con frases útiles por categoría (viajes, comidas, alojamiento, tecnología…). Está “todo más ordenado”, aunque requiere pensar el modo antes y no alternas tan rápido entre cámara/voz/texto como en Google. La guía, eso sí, es oro para el día a día y para estudiar expresiones antes de un viaje.
En resultados reales, muchos usuarios perciben que Google suele sonar menos literal y más natural en una gama amplia de pares de idiomas. Microsoft, en cambio, mantiene una buena consistencia formal y en conversaciones largas o reuniones (sobre todo si hay más de dos personas) la experiencia de su modo multiusuario es difícil de igualar.
Para párrafos extensos, cualquiera puede enredarse y mezclar sentidos, y a veces Microsoft se percibe un poco más “robótico”. La diferencia no es abismal y depende del par de idiomas: en pruebas frente a competidores como DeepL, varios análisis públicos han colocado a Google un punto por delante de Microsoft en precisión para combinaciones como inglés-español-francés-alemán, aunque no en todos los contextos.
Aunque ambos proveedores detallan políticas de privacidad y tratamiento de datos, conviene no usar herramientas de consumo para información altamente sensible (médica, legal o confidencial) sin revisar bien las condiciones. Incluso estudios con Google Translate en entornos clínicos urgentes recomiendan cautela: pese a tasas altas en algunos idiomas, no se considera una herramienta lista para decisiones críticas sin validación humana.
Para uso personal en Android, ambos son gratuitos. Si te pasas al mundo API para tu web, app o CMS, hay diferencias notables: Microsoft ofrece un nivel gratuito de hasta 2 millones de caracteres/mes y cobra sobre 10 $ por millón a partir de ahí. Es un precio muy agresivo para proyectos con volumen.
En Google Cloud Translation, el nivel gratuito ronda 500.000 caracteres/mes y el coste típico es de 20 $ por millón. Si traduces documentos (PDF, DOCX, PPTX, XLSX), funciones avanzadas, glosarios o AutoML, subirás de plan. Para PDFs por página, Google aplica tarifas específicas. La otra cara es la flexibilidad: su ecosistema y herramientas de IA complementarias son vastos.
Más allá de Android, importa para muchos saber que Google está mucho más presente en webs: desde el widget de traducción hasta integraciones con plugins muy populares (p. ej., en WordPress). Es una cuestión de inercia de mercado y oferta de conectores. Microsoft, aunque menos extendido, funciona de maravilla con su propio ecosistema y se está viendo cada vez más en soluciones corporativas y educativas.
Si tu prioridad es una conversación cara a cara sin tocar botones entre dos personas (por ejemplo, chino⇄inglés), te va a resultar más natural el modo conversación de Google con detección automática de idioma y reproducción de voz. La fricción es mínima y la detección es sobresaliente.
Si lo tuyo son reuniones, clases o visitas guiadas con varias personas, el modo Conversaciones de Microsoft —con código para unirse y hasta 100 participantes— no tiene rival. Cada asistente ve traducciones en su pantalla, y el flujo tipo chat es clarísimo.
Para imagen y cámara en movilidad, Google te da el “wow” visual de superposición en tiempo real, mientras que Microsoft resuelve con sobriedad lo esencial. En documentos y web, Google simplifica mucho desde Chrome/Docs, pero Microsoft brilla en Office/Teams. Si vas a integrar traducción en tu producto, el precio y las 4× veces más caracteres gratis de Microsoft son difíciles de ignorar.
Ambos traductores de Android derriban barreras de idioma con solvencia: Google aporta la detección de voz más fina, la cámara más vistosa y una interfaz ultradirecta; Microsoft ofrece un modo conversación grupal espectacular, una guía de frases útil y un API más barato para escalar. Para una pareja de interlocutores en chino⇄inglés con “manos libres” el flujo de Google se siente más natural; para empresas, aulas o equipos que ya viven en Office, la propuesta de Microsoft es comodísima y eficiente.