El director Wes Anderson estrena en cines La trama fenicia. Reconocido por múltiples éxitos como El Gran Hotel Budapest, Moonrise Kingdom o Los Tenenbaums, lleva sin embargo unos años algo irregulares. Recientemente ganó su primer Premio Oscar por el cortometraje La maravillosa historia de Henry Sugar. Pero sus últimas películas, La crónica francesa y Asteroid City, no han convencido tanto a los espectadores. Por eso, es hora de dar un golpe sobre la mesa y reponerse.
La trama fenicia se ambienta en 1950 y sigue la historia de Anatole «Zsa-zsa» Korda, un enigmático empresario y uno de los hombres más ricos de Europa. Su puesto, su fortuna y sus prácticas empresariales le convierten, sin embargo, en objetivo de innumerables intentos de asesinato. Así, nada más comenzar sobrevive a un nuevo accidente aéreo. Por eso, como se encuentra en las últimas fases de un importantísimo proyecto desarrollado a lo largo de décadas, decide que es el momento ideal para designar y preparar a un sucesor: su hija de veinte años Liesl, de la que lleva distanciado mucho tiempo y que, en la actualidad, es monja.
Con La trama fenicia, Wes Anderson se reconduce nuevamente sin necesidad de dar un giro radical en su carrera. Continuista en su inconfundible estilo estético y narrativo, es más entretenida, divertida y accesible que sus últimos trabajos. Sigue lejos del brillo de sus grandes obras maestras, pero de nuevo cuenta con momentos muy ocurrentes, un hilo conductor claro y una historia simpática que convierte la película en algo más interesante de lo que podría parecer en un primer momento.
⭐⭐⭐
Después de experimentar con las estructuras narrativas, Wes Anderson regresa al fin a una historia única. Es cierto que La trama fenicia se divide en capítulos internos que actúan como entes propios. Pero todos responden a una misma trama general que la hace mucho menos confusa que Asteroid City y mucho más sólida y compacta que La crónica francesa, por ejemplo.
Ese era el primer requisito para que Wes Anderson se reencontrase con el gran público. Una declaración de intenciones en la que confirma sus deseos de volver a engatusar a la gran masa de espectadores. No es que se deshaga por completo de sus experimentos y de cierto riesgo. La trama fenicia es una historia rocambolesca, retorcida y llena de capas que se abren y cierran como una matrioska. Pero si todo lo que requiere es poner un mínimo de atención, no hay problema.
Para lograr su objetivo, consigue lo que mejor sabe hacer. La premisa de La trama fenicia no es la más atractiva del mundo. Un empresario que quiere llevar a cabo su gran plan maestro negociando con sus socios mientras forma a su hija como sucesora. A más de uno podría levantarle un bostezo. Pero su ingenio y habilidad para contarlo con gracia, simpatía e inteligencia logran que resulte bastante más interesante de lo que podría parecer en un primer momento. Hay escenas particularmente hilarantes y ocurrentes que aligeran mucho una trama que corría el peligro de hacerse demasiado densa y pesada.
Wes Anderson reflexiona en La trama fenicia sobre muchos temas distintos. La familia, la fe, el narcisismo desenfrenado, el individualismo en tiempos de capitalismo… No es que ninguna de estas cuestiones adquiera una particular trascendencia, básicamente porque no quiere transmitir un mensaje aleccionador en ningún caso. Simplemente utiliza temas tan universales para establecer las bases de su historia.
En cualquier caso, hay que reconocer que la chispa del director sigue muy lejos de sus mejores momentos. Ha mejorado y provocará varias sonrisas e incluso dos o tres buenas carcajadas. Pero el ritmo sigue siendo lento, distante e irregular. Algunos tramos son brillantes y otros bastante más tediosos. Esto hace que al espectador no le resulte complicado desinhibirse.
En cualquier caso, y aunque la propia historia de La trama fenicia aún no alcance a las obras mayores de Wes Anderson, hay algo en lo que el cineasta no pierde su magia. Y eso es su inconfundible estilo. Un estilo que no solo abarca lo visual sino también lo narrativo. La película hace uso de ese icónico humor surrealista y exagerado que siempre bordea lo ridículo para trazar unos personajes estrafalarios y excéntricos a partes iguales. Amén del genial antihéroe de Benicio del Toro, especial mención merecen Bryan Cranston y Tom Hanks como desternillante dúo secundario que protagoniza una de las secuencias más fabulosas del filme.
A estos les acompaña la misma estética artificial y deliciosa de Anderson. Planos generales llenos de simetrías perfectas, infinidad de líneas paralelas, elegantes colores pastel, luces suaves, movimientos de cámara laterales… En este sentido, La trama fenicia es lo mismo de siempre en el buen sentido. Cada plano es tremendamente agradable de ver. Y, por supuesto, también cuenta con una enorme cantidad de chistes visuales que enriquecen todavía más su lenguaje.
En resumen, con La trama fenicia el público tiene la oportunidad de reencontrarse un poco con ese Wes Anderson que parecía perdido en sí mismo. Aunque dista por mucho de sus títulos más aclamados, supone un paso adelante con respecto a las últimas películas estrenadas. Es más entretenida y divertida. Y aunque tiene momentos de bajón, por lo general resulta interesante gracias, en parte, a unos personajes bien trabajados.
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