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Crédito: Freepik

Todos sabemos que lavarnos los dientes es esencial por muchísimos motivos. Lo que no sabemos tan a menudo es que hay algunos hábitos que repetimos constantemente a pesar de que no son para nada recomendables. Hacen que el resultado del cepillado sea mucho menos efectivo, por lo que ponemos nuestra boca a merced de las bacterias y la corrosión del esmalte, entre otros factores dañinos.

Por eso, más allá de lo básico, es interesante que conozcamos esos detalles que marcan la diferencia al lavarnos los dientes. El momento en el que lo hacemos, la cantidad de pasta o incluso el enjuague pueden ser determinantes. 

Hay muchísimos consejos que se deben tener en cuenta para llevar el acto de lavarnos los dientes al próximo nivel. Pero, para empezar, solo con estos que te mostramos a continuación ya marcarás la diferencia. Toma nota.

Solemos pensar que más siempre es mejor, pero a menudo no es así. Por ejemplo, con la pasta de dientes, si nos pasamos, los resultados pueden ser contraproducentes. 

La cantidad recomendada de dentífrico en el cepillo es aproximadamente la de un garbanzo. Si usamos más, por un lado es posible que se produzca una abrasión excesiva en el esmalte. Y, por otro, pueden darse un problema que te explicamos en el próximo consejo.

Al lavarnos los dientes debemos exprimir al máximo las propiedades del dentífrico. Por eso, lo ideal es escupir el exceso y ya está, sin diluirlo con agua. Puede parecernos algo casi imposible, pero si nos lo parece es justamente porque solemos usar mucha más pasta de la debida. Recuerda, solo un garbanzo.

Por supuesto que debemos lavarnos los dientes después de comer, pero no inmediatamente. El pH de la saliva, al que están habituados nuestros dientes, es de alrededor de 7. Es decir, un pH neutro. Sin embargo, muchos alimentos hacen que, al comerlos, el pH baje mucho y se haga ácido, lo cual puede ser muy dañino para el esmalte. Por suerte, ese pH se restablece en unos 20-30 minutos y ya no habría problema para el esmalte. Es por eso por lo que lo mejor es esperar. Si decidimos lavarnos los dientes inmediatamente, frotamos el esmalte en un momento en el que está muy vulnerable.

Este es uno de los fallos que más cometemos al lavarnos los dientes. Ponemos la pasta, un poco de agua y a frotar. El problema es que, cuando mojamos el cepillo, las cerdas pierden su rigidez, de modo que no se puede retirar la suciedad de los dientes como es debido.

Uno de los objetivos de lavarnos los dientes es retirar las bacterias dañinas de la boca. Sin embargo, si dejamos el cepillo de dientes durante más de 3 meses de humedad y limpieza, llega un momento en que puede perjudicar más de lo que limpia.

Lo importante es vigilar su aspecto. Si lo vemos muy estropeado habría que desecharlo de inmediato. En caso de que se vea bien, puede aguantar 3 meses, pero no más. De todos modos, intenta siempre guardarlo en un sitio que no esté cerrado, para que no se acumule la humedad, que puede ser muy perjudicial. Y, por supuesto, por ese mismo motivo, evita capuchones. Estos pueden ser útiles para transportar el cepillo, pero nada más.

Estos son nuestros 5 consejos para que optimices los efectos de lavar los dientes. ¿Cuáles más conoces?