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Un hombre ha fallecido en Bérgamo, Italia, después de ser absorbido por el motor de un avión que se encontraba en plena maniobra de despegue. No se sabe exactamente qué le llevó a lanzarse contra la aeronave. Los trabajadores del aeropuerto intentaron detenerle, pero desoyó sus indicaciones y corrió hacia su fatal destino. Es un accidente de avión trágico y aparentemente raro, pero no es la primera vez que ocurre algo así. Desde la década de 1960 se han registrado bastantes casos parecidos, aunque en circunstancias variables. El factor común suele ser siempre el motor de avión.

Esto se debe a que, actualmente, los aviones suelen emplear motores a reacción, que utilizan la tercera ley de Newton para impulsar el despegue. A continuación veremos en qué consiste esta y cómo, si no se toman precauciones, puede provocar un terrible accidente de avión.

Cuando ocurren, lo normal es que sean fatales. Los casos de personas que han vivido para contarlo tras ser absorbidos por el motor de un avión son excepcionales. Normalmente, mueren de una forma terrible, por lo que los trabajadores de aeropuertos son adiestrados a conciencia para tomar todas las precauciones necesarias en las inmediaciones de un avión en marcha.

El motor de un avión a reacción funciona aprovechando la tercera ley de Newton, conocida también como acción/reacción. Esta dice que toda acción tiene una reacción, de igual intensidad, pero en sentido opuesto. El retroceso de las armas de fuego, por ejemplo, se debe a los principios de esta ley. Igualmente, si lanzamos un carrito de la compra contra una pared, cuando impacte contra esta, volverá hacia nosotros. Dicho de la forma más coloquial, rebota. 

Este principio de la física puede utilizarse para hacer despegar un avión, gracias a los motores a reacción. Estos absorben por su parte frontal una gran cantidad de aire que, una vez dentro, se comprime, se mezcla con combustible y se quema, dando lugar a gases calientes que salen despedidos a gran velocidad por la parte trasera del avión. Es una acción que tiene una reacción en sentido opuesto: el empuje del avión.

Esa absorción tan inmensa por la parte frontal del motor del avión es la que puede causar la succión. Por eso deben tomarse tantas precauciones.

No se sabe qué pudo llevar al hombre de Bérgamo, un italiano de 35 años, a lanzarse literalmente hacia el motor del avión. Algunas fuentes apuntan a que fue toxicodependiente, pero que ya estaba rehabilitado, por lo que no debería encontrarse bajo los efectos de las drogas. De momento, no ha trascendido si lo estaba.

El año pasado se dio un accidente de avión similar en Ámsterdam que resultó ser un suicidio. No se sabe si en este caso puede haber pasado lo mismo. Pero también ha habido casos en los que todo ha sido accidental. Por ejemplo, un mecánico murió por este motivo en 2008. mientras llevaba a cabo tareas de mantenimiento en el aeropuerto de Tenerife Sur-Reina Sofía. 

El avión había tenido problemas con el aceite, por lo que tres mecánicos estaban revisándolo antes del despegue. Uno de ellos estaba dentro de la cabina y dos en tierra, uno frente al motor del avión y otro en un lateral. La succión no debería haberse producido, pues no se estaba llevando a cabo ninguna maniobra de vuelo, pero por algún motivo se puso en marcha y succionó al mecánico que se encontraba en frente, provocándole la muerte en el acto.

Curiosamente, ha habido al menos una persona que ha sobrevivido a la succión de un motor de avión. Ocurrió en 1991, en Estados Unidos. Un suboficial del ejército de 21 años fue absorbido por el motor de un avión en plena Operación Tormenta del Desierto. El diseño del motor, así como el hecho de que el abrigo y el casco fueron absorbidos primero, llevándose la mayor parte del impacto, permitieron que el joven sobreviviese a este accidente de avión. Aun así, necesitó tres minutos para liberarse del motor. 

En definitiva, lo que ha pasado en Bérgamo no es tan raro, pero eso no lo hace menos trágico. La poderosa absorción de un motor de avión no es ninguna broma. Habrá que investigar lo que ha ocurrido y tomar aún más medidas para que, en la medida de lo posible, no vuelva a ocurrir.