Casi 24 horas después del apagón eléctrico de España y Portugal, seguimos sin saber con exactitud qué fue lo que lo provocó. En este tiempo se han sucedido muchas hipótesis: un ciberataque, un fenómeno atmosférico extremadamente raro, un problema de inercia eléctrica… Este último parece ser el que más defensores tiene, aunque no se ha confirmado en ningún momento, por lo que debemos verlo siempre como una hipótesis.
Nadie ha reivindicado ningún ciberataque ni se han encontrado pruebas del mismo y el tema del fenómeno atmosférico fue desmentido por la propia Red Nacional de Energía de Portugal, responsable inicialmente de su difusión. Nos quedamos entonces con la hipótesis de la inercia, aun sin saber con seguridad si ha sido la responsable del apagón. Por si acaso, vamos a ver en qué consiste para no malinterpretar algunos de los temas que se comentan por ahí.
Y es que muchas personas están señalando que el apagón se debió a un exceso de uso de energías renovables. Esto es, cuando menos, paradójico. ¿No nos insisten en que debemos remar hacia un futuro en el que estas sean las fuentes de energía renovables? ¿Por qué ahora nos hablan de un uso excesivo? ¿No deberíamos usarlas? Para responder a estas preguntas, debemos tener en cuenta unos cuantos conceptos importantes.
Se define como frecuencia la cantidad de veces que se repite por segundo un ciclo de onda en un segundo. Su unidad de medida es el Herzio. Por ejemplo, 5 herzios equivalen a una onda cuya forma completa se repite 5 veces en un segundo.
En un sistema eléctrico, esa frecuencia se debe mantener constante para evitar problemas. Por ejemplo, en España la frecuencia del sistema es de 50 Hz. Ocurre lo mismo con la tensión eléctrica, que es la presión que empuja los electrones por un cable para dar lugar a la corriente eléctrica. Se mide en voltios y en España es siempre de 230 voltios.
Para mantener constantes estos datos son muy importantes otros dos parámetros: inercia y resistencia. La capacidad de mantener la frecuencia constante se define como inercia y la de tener siempre la misma tensión es conocida como resistencia.
Puede parecer que mantener todo esto constante es sencillo, pero en realidad no, ya que depende mucho de la demanda. Cuando hay poca demanda de electricidad, la carga del sistema disminuye, de modo que la frecuencia aumenta. A muy grosso modo, podemos imaginar los cables como una autovía libre o atascada de vehículos. Si la autovía está vacía porque hay poca demanda, pueden darse más ciclos en un segundo, por lo que la frecuencia tiende a aumentar. En cambio, cuando hay mucha demanda y la autovía se atasca, la frecuencia disminuye. Esto, lógicamente, debe amortiguarse. Si no, la carga deja de ser constante.
Hay picos de demanda de electricidad que se pueden predecir. Por ejemplo, los que se producen por la mañana o por la noche. En estos casos se pueden modular los parámetros necesarios con antelación para evitar que la frecuencia deje de ser constante. Otras veces, en cambio, no es posible predecirlos. Por eso es tan importante la inercia.
Los objetos que giran, como las ruedas o las turbinas, poseen una propiedad conocida como inercia rotacional. Esta hace referencia a la resistencia de un objeto a cambiar su rotación. Esto es muy importante para mantener estable la frecuencia. Por eso, si la frecuencia eléctrica depende del giro de una turbina, como ocurre con las centrales hidroeléctricas, será más difícil alterarla. Siempre darán 50 giros en un segundo. Tanto si la demanda es muy grande como muy pequeña, generalmente las turbinas se resisten a cambiar su frecuencia de giro.
Esta forma de obtener electricidad no es única solo de las centrales hidroeléctricas. También se utilizan turbinas con la energía nuclear o con la procedente del carbón. Por eso se suele decir que es tan complicado descarbonizar la energía. Lo ideal, en las condiciones actuales, es una combinación de ambas fuentes de energía.
La llegada de la primavera y los vientos tan abundantes de las últimas semanas habían proporcionado unas condiciones ideales para el uso de fuentes renovables, como la fotovoltaica o la eólica. Sin embargo, en estos casos no se recurre a las turbinas convencionales. Por eso, cuando un 70 % de la electricidad se obtuvo a partir de estas fuentes, se pudo hablar de una gran falta de inercia. Esto, según algunos especialistas, pudo dar lugar a perturbaciones en la frecuencia eléctrica que acabarían desembocando en el apagón.
Puede que te estés preguntando por qué la energía eólica sería también responsable de esta situación, a pesar de que sí emplea turbinas. Según explican desde Renewable Energy World, el problema es que estas turbinas no están conectadas directamente a la red eléctrica. En su caso, “un convertidor de frecuencia entre la turbina eólica y la red eléctrica evita que la energía cinética de la masa giratoria de la turbina eólica proporcione inercia durante los períodos de cambio de frecuencia”.
Antes de continuar, debemos recordar de nuevo que no es seguro que el apagón se haya producido por un problema de inercia. Dicho esto, si realmente se confirmara, eso nos significa que debamos volver a una energía mucho más dependiente de los combustibles fósiles. Hay soluciones y esto solo debe dar más motivos para ir a por ellas.
Para empezar, muchos expertos sostienen que, mientras no haya alternativas, se debería dar más importancia a la energía nuclear. Es limpia, no contamina como los combustibles fósiles y sí que emplea turbinas que ayudan a mantener la inercia.
De todos modos, eso podría verse como un parche intermedio. La solución definitiva para una buena descarbonización sería el uso de grandes sistemas de almacenamiento de energía, compuestos por baterías a gran escala, capaces de retener la energía suficiente para compensar las posibles pérdidas derivadas de la falta de inercia. En ese caso, se podría solventar el problema antes de que llegue a producirse un apagón.
Muchas empresas ya están manos a la obra con estos sistemas y se están obteniendo buenos resultados. Lógicamente, no es algo que se vaya a conseguir de la noche a la mañana, pero estamos en el buen camino. Llegará un momento en el que se pueda recurrir mucho más abiertamente a las fuentes renovables de energía sin miedo a un apagón por pérdida de inercia. Mientras tanto, se deben hacer predicciones sobre las posibles consecuencias para no introducir demasiado de golpe. Aun así, el camino siguen siendo las energías limpias. Que no nos engañen con eso.