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Las especies invasoras son un problema cada vez más serio. Miles de especies animales y vegetales causan estragos en todo el mundo por proliferar en un hábitat que no es el suyo, desplazando así a las especies endémicas. Normalmente se buscan estrategias de control de la reproducción o, directamente, de eliminación de ejemplares estas especies. ¿Pero y si hubiese una forma de acabar con ellas que además fuese beneficiosa para nosotros? Un nuevo estudio realizado por científicos de la Universidad de Sevilla y el University College de Dublín ha demostrado que esto es más que plausible con una de las especies invasoras que más quebraderos de cabeza han dado en España en la última década: el alga asiática (Rugoloptoryx okamurae). 

Esta alga es endémica de China, Corea, Japón, Taiwán y Filipinas. Sin embargo, desde que fue descubierta en 2015 en las costas de Ceuta, se ha hecho muy habitual en aguas españolas, sobre todo en el estrecho de Gibraltar y el Mediterráneo. También se considera ya una especie invasora en otros países como Francia, Portugal y Marruecos. Y es que el alga asiática tiene una gran capacidad de proliferación. Tanto, que forma grandes cantidades de biomasa que no solo amenazan a la biodiversidad marina. También son un grave problema para la economía española.

Suponen un problema económico sobre todo por dos motivos. Por un lado, porque se adueñan de las redes de los pescadores, dejando menos espacio para su verdadero objetivo. Y, por otro, porque cuando la biomasa es arrastrada por la corriente puede llegar a las playas, donde forman arribazones que deben ser retirados por los ayuntamientos locales, con el gasto que eso supone.

Ahora bien, ¿y si en vez de retirar el alga asiática de las redes de pesca o de las playas para luego desecharla optásemos por comérnosla? Es más, ¿y si no solo se limpiase, sino que se buscase activamente para su consumo? Para eso, habría que saber si realmente es una opción culinaria. De eso se han encargado los científicos antes mencionados en un estudio con resultados muy interesantes.

Según el estudio realizado por estos científicos, el alga asiática tiene unas propiedades nutricionales muy interesantes. Cuenta con un 14,8 % de proteínas y un 21,29 % de lípidos, de los cuales una buena proporción son ácidos grasos omega 3. También es muy rica en fibra, con un 31,32 % y cuenta con una cantidad significativa de minerales como calcio, sodio, potasio, azufre o hierro. Además, lógicamente, no parece tóxica, algo esencial para que pueda consumirse. 

Por eso, los autores del estudio creen que se podrían reducir las poblaciones de esta especie invasora aprovechándola para su consumo. ¿En ensalada? ¿Tortilla? ¿Quizás en guisos? Las opciones son infinitas. 

Además de analizar sus propiedades nutricionales, los autores del estudio han buscado principios activos interesantes en la composición del alga asiática. Así, han visto que tiene grandes cantidades de compuestos fenólicos. Estas son sustancias que suelen tener un gran poder antioxidante, de modo que suelen ser ingredientes muy útiles en el desarrollo de fármacos.

Las pruebas de eliminación de radicales libres demostraron que, efectivamente, algunos compuestos del alga asiática son muy antioxidantes. Pero eso no es todo. Esta especie invasora ha mostrado ser muy rica en retinoides. Podría, por lo tanto, tener aplicaciones interesantes en el ámbito de la cosmética.

Eso sí, si ves masas de alga asiática abandonadas en una playa, no las recojas y las lleves a casa. Este es un estudio preliminar, pero habría que ver cómo tratarlas y cocinarlas para que sean seguras. Además, no sabemos a qué han podido estar expuestas en el mar o si pueden estar contaminadas con algún producto tóxico. Sabemos que sí se pueden comer, ahora queda aprender cómo procesarlas. Pero es un buen inicio. 

En definitiva, parece que las poblaciones de esta especie invasora se podrían controlar mediante su aprovechamiento, tanto en cocina como en biotecnología, especialmente de cara al desarrollo de fármacos y cosméticos. Y es que, cuando no puedes combatir al enemigo, lo mejor es unirte a él. Aunque, si somos estrictos, las especies invasoras no deberían considerarse enemigos. Ellas solo luchan por sobrevivir. Normalmente somos los humanos los que, consciente o inconscientemente, las trasladamos a un hábitat que no es el suyo.