Amy Sherman-Palladino tiene un largo camino recorrido en televisión y siempre con éxito. De la clásica Las chicas Gilmore a la encantadora La maravillosa Señora Maisel, lo cierto es que la escritora y directora, sabe combinar buenas historias con sentido del humor y un gran corazón. Algo de todo lo anterior, se combina en Étoile, la nueva producción de Sherman-Palladino, que acaba de estrenarse en Prime Video. A lo largo de ocho episodios, la historia no solo cuenta un relato emocionante, sino también, construye un universo particular, ahora ambientado en el mundo del ballet.
De hecho, el escenario de la rivalidad entre virtuosos es la herramienta ideal para una historia de crecimiento entre personajes dispares y siempre complejos. Eso, al enfocar su premisa en dos compañías de ballet de renombre, una ubicada en Nueva York y la otra en París. La salvedad geográfica permite al argumento, desarrollar no solo dos puntos de vista por completo distintos sobre el mismo tema. También, reflexionar sobre el talento, la voluntad, el coraje y también, el miedo y la desesperanza en escenarios dispares. Una mezcla que se hace cada vez más interesante y emotiva a medida que la trama avanza.
Sin embargo, y como todas las producciones de Amy Sherman-Palladino, la mayor parte del interés de la trama se basa en sus personajes. Mucho más, en la manera en que todo, son una encantadora combinación de defectos, inseguridades e inteligencia. Algo que convierte a Étoile no solo en una de las mejores series en el catálogo de Prime Video, sino además en una de las mejores de la actualidad. Todo un logro en medio de una época especialmente reñida para producciones semejantes en los diferentes catálogos de streaming.
La serie comienza por plantear un escenario complicado. El ballet, como disciplina, no solo dejó de despertar el interés como espectáculo, sino también como un escenario artístico para una nueva generación. Un giro de los acontecimientos que, por supuesto, afecta al espectáculo desde sus aspectos más mundanos a los más artísticos. En medio de ese panorama, Jack (Luke Kirby), director ejecutivo de la compañía de ballet de Nueva York, y Geneviève (Charlotte Gainsbourg), directora de la parisina, están pasando un momento crítico.
En especial, porque ninguno de los dos, sabe cómo lograr reavivar el entusiasmo alrededor del mundo del ballet, atraer nuevos talentos y todavía peor, donaciones para sostener las escuelas. Por lo que habrá que llegar a un acuerdo y uno, que marcará un hito tanto en Nueva York como en París. De modo que intercambiarán varios de sus mejores talentos entre sí, para demostrar no solo el valor de las compañías de las que provienen. A la vez, para mostrar al público toda una nueva generación de artistas.
La producción aprovecha la oportunidad, para dar rienda suelta a una especie de batalla cultural signada por la ambición y el talento. Sin caer en la crueldad, ni mucho menos en trampas o excesos, Étoile explora en el ballet como un camino complicado que pocos recorren por completo. Pero, que a pesar de eso, no deja de ser atractivo, emocionante y seductor para quienes lo emprenden. Un punto que la serie explora con gracia e inteligencia, para lograr sus momentos más logrados y conmovedores.
El histórico intercambio brinda la oportunidad de brillar a varias de las jóvenes promesas de sus respectivas compañías. Por un lado, se encuentra Cheyenne (Lou de Laâge), la bailarina más famosa Francia, apasionada activista y como no podía ser de otra manera, una persona complicada. Pero el guion evita caer en lugares comunes y construye su personalidad con cuidado. Así que, aunque es una joven en ocasiones irritante, también tiene un claro sentido de la justicia y una sensibilidad que la hacen algo más que una figura caprichosa.
A pesar de eso, el personaje encuentra sus mejores momentos con Gael (David Alvarez), antiguo amor y mejor pareja del escenario. Ambos llevan adelante una relación artística, en la que ambos deberán lidiar con un pasado complicado y todavía doloroso. Por otro lado, Cheyenne se convierte en la protectora de Susu (LaMay Zhang), una jovencísima bailarina a la que terminará por apadrinar. Una circunstancia que le permitirá entender mejor la cultura norteamericana, a sí misma e incluso, la forma como afronta el ballet.
En París, la serie sigue al exigente coreógrafo (Gideon Glick), transferido a pesar de su malestar a la capital gala. Pero no todo es incómodo para el brillante artista. Una vez allí conocerá a Gabin (Ivan du Pontavice), un bailarín desconocido que lucha por abrirse paso por esfuerzo propio. Finalmente, la serie explora en Mishi (Taïs Vinolo), que regresa a Francia luego de un autoexilio de años y que intenta reconectar con su familia. Con habilidad, la serie logra que cada personaje tenga un momento para brillar y también, demostrar su valía. Eso, mientras las tensiones de las oportunidades que deben tomar y el camino que deben recorrer se hagan más urgentes.
Como toda serie de Amy Sherman-Palladino que se precie, Étoile explora con cuidado en su mundo. En especial, en la forma de mostrarlo a un público que, probablemente, desconoce la mayoría de sus detalles. Por lo que el argumento dedica tiempo, interés y esfuerzo, en mostrar cada elemento de un universo lleno de arte pero también de exigencias.
Paso a paso, Étoile reflexiona también acerca del talento y las formas en que puede expresarse. Un largo trayecto que convierte a la historia y a cada uno de sus personajes, en elementos de un largo recorrido emotivo hacia el éxito. Un punto de vista que la producción profundiza con diálogos inteligentes, mucho sentido del humor y una puesta en escena elegante.